18/09/2021
COMPADRE, COMPADRE, COMPADREEE.
Quienes nos conocían un poquito, sabían perfectamente de nuestra amistad.
Lo que no
muchos supieron es que nada te resulto fácil
Lo grande
que fueron los obstáculos que tuviste que superar en muchas etapas de tu vida
Nadie supo
lo difícil que fue lograr el primer amor, ganar el primer peso o hacer un amigo
de por vida.
Lo
complicado que pudo haber sido tener la autoestima alta, creerte el juego de
la vida y jugar a ganar, apuntarle a las estrellas, porque las nubes estaban muy
bajas para tus sueños.
Lo que sí
creo era del dominio público es lo que hemos gozado juntos tú y yo en esta
vida, cientos de risas, fiestas, bailes, esquiadas en el mar al mismo tiempo en
donde más de uno se sorprendía de tu agilidad al vernos en el mar.
Tomamos sin
permiso moto, autos y lachas del papá que se descuidara y por tu “iniciativa”
para no acusarte de culpable muchas veces nos castigaron parejo.
Cada mes al recibir
calificaciones de la secundaria y prepa yo sufría, pero no por la mías sino por
las tuyas porque si te castigaban por “estudioso” me reventaba todo el mes también,
las fiestas y reuniones no eran lo mismo sin ti.
Eso sí,
seguro el próximo mes nos divertiríamos de lo lindo porque con un poco de
estudio aprobabas todas, pero de plano entre todos tus gustos y pasiones no se
encontraba el estudio amigo.
En las
temporadas de verano, eras el primero en mencionar que te gustaba alguna niña como para
tenerla apartada por si había oportunidad, y muy descarado eras porque
mencionabas siempre a más de una y a las más bonitas.
Sonrío cada
vez que recuerdo que cuando recibías carta del amor de tu vida, aun no
correspondido en aquellos tiempos, me llamabas por teléfono y yo acudía a tu casa a veces en auto
prestado y otras pedaleando más de 30 minutos en mi bicicleta para ayudarte a
contestar la carta recibida, la que escribías recuerdo que antes de sellarla la bañabas con tu perfume
preferido.
Luego siendo
muy jóvenes nos convertimos en socios donde inteligentemente encontramos la
forma de ser “invitados” a todos los XV años y además de divertirnos ganar un
buen dinerito que inteligente uso tuvo.
Vivimos
prácticamente de todo, no hay queja ni reclamo a Dios o a la vida.
Me siento
orgulloso de ti ,de mí y de nuestra amistad, sobre todo aquella noche en la que
ya con 50 años cada quien, cuando entrabamos a un concierto con nuestras
esposas, nos topamos con Mario M. y nos dice con su voz ronca casi gritando, “después
de mas de cuaretnta años algunos hasta de esposa ya cambiaron pero ustedes siguen juntos,
que barbaridad”, nos reimos mucho ambos, pero el mejor piropo a nuestra amistad, un día entre suspiros
me lo dijo tu hijo David, “Tío, quiero que me escuches y que no me interrumpas
porque lo que te voy a decir es importante, mis hermanos y yo le tenemos un poco de envidia a mi papá, porque los tres quisiéramos tener un amigo, como lo eres tu de mi papá". Eso es lo más bonito que me han dicho de nuestra amistad.
Pocos conocen
la parte de tu historia en la que ayudaste a muchos cuando mucho tuviste y
cuando la suerte cambio, continuaste haciéndolo con todas tus fuerzas. Sin ser
una tarea fácil siempre viviste acorde a tus valores y a tus sueños al precio
que sea
Nunca
supiste de la amistad, la ayuda o el amor a medias, dabas el cien por ciento
cuando alguien se lo merecía. Las cosas
o las hacías bien o se las dejabas a otros. Esto último en raras ocasiones
sucedió porque tu liderazgo, para no decirte mandón, siempre ha sido tan grande
como tú.
Lo que sí
estuvo fuera de nuestros planes fue lo rápido de tu partida, ¡me lleva la chingada!, nada nos avisó.
Cuando te
pusiste mal poco importo la pandemia, encontramos formas, mi esposa y yo, de eludir a los
guardias de la clínica para visitarte, para hacerte reír, para llevarte clandestinamente
lo que no debías comer, pero tanto te alegraba. Luego salíamos corriendo del hospital para que no nos atrapara la policia por la resticcion de horario vehicular.
¡Maldita enfermedad!, yo nunca
supe cuando te diste cuenta de tu inminente partida, no quiero saber lo que
pensabas cuando yo movido por nuestra amistad te intentaba de animar y hacer reír bromeando hasta con las enfermeras a las 11:00 pm a pesar de tener el alma
rota, entraba a tu cuarto diciendo "compadre, compadre, compadreee". (La verdad es que si nos reímos a carcajadas varias veces)
Estoy
luchando para aceptar tu ausencia, saber que tu sigues en otro plano y con
otros planes, lo que sí quiero decir es que tus planes acá continúan, tus tres
hijos son producto del fuerte esfuerzo de sus padres, se poyan entre ellos tres
como no imaginas, se organizan para cubrir tus actividades, cuidan a su mamá
como los tres mosqueteros que son.
Ella lucha
cada día para continuar, pero te apuesto mi fortuna (que no es mucha) a que lo
logrará, todos algún día volveremos a reír con tu recuerdo porque es lo que tú
hubieras querido.
Espero que
estes bien preparado como el gran anfitrión que siempre demostraste ser, para que cuando te corresponda recibirme, lo hagas con una gran fiesta, porque eso
será.
Te extrañamos cada día Milo.