miércoles, 4 de septiembre de 2013

SEPTIEMBRE 11


Septiembre 11

Al ver las fotos, comentarios y evidencias del horror que fue el atentado terrorista de las torres gemelas el 11 de septiembre del 2001 confirme y entendí que así como el amor es infinito para los que aman, no hay que conformarse porque también la maldad lo es para lo que odian.

Grandes discusiones se mantienen vigentes después de más de 10 años en internet, libros, películas sobre la veracidad del autor intelectual de este horror, pero para los deudos, para los familiares de las victimas da exactamente igual.

Qué demonios nos interesa quien fue, los muertos ahí está, la destrucción ahí están, el odio por la vida queda reflejado en actos de esta índole.

Es imposible estar ahí y no recordar lo imponente que eran las torres gemelas y ahora los dos  enormes huecos que quedaron convertidos en piscinas para no olvidar lo sucedido.

En mi primera visita hace años a la zona cero apenas se iniciaba un pequeño museo en recuerdo a lo ahí sucedido, luego de permanecer en silencio en ese lugar fui con mi esposa a una pequeña tienda a comer algo y en la fila para comprar un hombre no mayor de 65 años estaba verdaderamente inquieto por decirme algo, y cuando nuestras miradas se cruzaron empezó a platicarme esta historia.

“¿Ya vio Ud. Lo que nos hicieron?, yo vivo cerca de aquí y el 11 de Septiembre mi esposa fue a trabajar yo como soy jubilado me quede en casa viendo la tv.

Hasta que el segundo avión se estrelló pude difícilmente comprender lo que sucedía le llame al móvil (a su esposa) pero ella no contestaba; salí a la calle como un loco a ver que hacía y camine muchas cuadras preguntándole a Dios en donde demonios estaba, ¿Por qué permitía que estas cosas sucedieran? ¿No podía El hacer algo para evitar todo esto?  Como respuesta a mi grosera exigencia lo que sucedió es que se derrumbó la primera torre, el ruido fue increíble pero la nube de polvo que derivo esta caída fue apocalíptica. Hubieron más gritos, menos sirenas de autos, más carreras pero también menos gente, más dolor pero menos sentimiento. No entendía lo que sucedía de nueva cuenta, ¿Por qué? ¿Dónde estás? Y ¿mi esposa donde estará?

Al salir de la nube de humo pude ver algo que me horrorizo aún más, los edificios cercanos se estaban moviendo y al ver al cielo pude observar claramente como estaban bamboleándose de tal forma que parecía sus puntas se tocarían; y no era uno eran varios, si eso sucedía lo que vendría seria otra serie de catástrofes quizá mayores. Regrese a la casa y grande fue el milagro cuando encuentro a mi esposa esperándome en la puerta, no pudimos hablar solo nos abrazamos y lloramos por un rato.

Cayó la segunda torre y también los edificios se movieron rozando las puntas de unos con otros, en ese momento entendí dónde estaba Dios. Él estaba cuidándonos a todos nosotros, aguantando los edificios y llevando a mi esposa a casa.”

Al terminar su relato, el lagrimaba sin perder la sonrisa y yo hacía gran esfuerzo por imaginar lo relatado.

Dos años después he regresado al lugar y al museo, está concluido y una vez más me sucede algo que no olvidaré, en el recorrido descubro que mi hija se ha quedado atrás, la encuentro en un profundo silencio, en posición firme y muy triste frente al siguiente mensaje telefónico mandado desde el vuelo 175 de United.

“Hey Jules, this is Brian. Ah, listen…I´m on an airplane than has been hijacked…if things don´t do well, and they´re not looking good, I absolutely love you. I want you to do good, have good times, same with my parents.  I´ll see you when you get here.  I want you to know that I totally love you.  Bye, babe, hope I will call you.”

Brian Sweeney, passenger.

United Airlines Flight 175

Me acerque, le di un beso en la frente y la deje en su silenciosa comunión con el dolor de los que perdieron a alguien ese día, me parece todos deseando que esto no hubiera sucedido.

Los que odian en estos días parecen tener más intensidad que los que amamos, a pesar de ser menos en número.

Sin embargo en ese lugar, de luz tenue y silencio ensordecedor lleno de gente, ahí mismo también puedo sentir y ver las muestras de solidaridad, compromiso, resignación y buenos deseos para los deudos. Entendí y comprobé que afortunadamente para el mundo nosotros los que amamos también tenemos este sentimiento muy fuerte, somos mucho más que los pobres que odian.

 Por lo tanto ¡Perderán!