Siempre he pensado que cada buen ser humano debe de tener al
menos un hijo, cuando uno es bendecido con la paternidad como lo he sido yo
durante 19 años suceden cosas un poco inexplicables, hasta que uno transita por
ese estado.
Por ejemplo, el “yo” se transforma a segunda persona porque
la primera persona se vuelve “él o ella”, y la gramática y sus reglas quedan
hechas añicos con esto.
La ausencia enseña a valorar lo precioso de la presencia,
aunque parezca algo fuera de toda lógica o un breve trabalenguas mental así es.
La calidad del tiempo es muy importante pero no menospreciemos la cantidad, hay
que darse el tiempo para decir te quiero, para estar, para llamar, para
comunicarse de cualquier forma que el ingenio y la tecnología permitan para
hacer sentir a los hijos que uno los ama aunque en situaciones eso no luzca tan
claro.
El amor a mi hija es absoluto, es decir no se puede querer
primero 9 luego 10 y si te molestas por algo solo 5. Se quiere o no, poco o
mucho pero ese amor no cambia con el paso del tiempo ni con las acciones. Creo que
en verdad tendría que suceder algo catastrófico para que eso suceda y a
nosotros no nos sucederá. Lo que sí sucede es que en épocas se demuestra más
que en otras y eso tiene que ver con el momento por el que cada quien atraviesa,
no tiene nada que ver con lo que sentimos.
También sucede de forma inexplicable que a pesar del dolor emocional personal si mi hija está bien yo también
lo estoy. Puedo estar un tanto triste pero con solo saber que mi hija está
contenta, ilusionada y bien yo me pongo bien también.
Es indispensable recordar que ser padre no siempre es estar
feliz, como en la película inside out,
todos los sentimientos sirven y ayudan, sin tristezas no hay alegrías, sin
temores no hay paz. Todo sirve, el reto es ser feliz con todo.
Hoy en esta navidad estoy extrañamente feliz, todo en mi
vida está muy bien, mis padres sanos, mi esposa apoyándome y cerca de mí, mi
familia completa me ama, tengo un buen trabajo solo que TU, mi hija, lo más importante de mi vida no estás
físicamente cerca.
Sin embargo estoy feliz porque nos comunicamos más que
nunca, nos decimos que nos queremos todos los días y te oigo, te veo y te siento feliz preparándote para hacer lo que
en verdad te gusta en la vida y eso me hace completamente feliz aunque no estés
a mi lado. Por eso hay que celebrar y dar gracias a Dios, porque nos tenemos.
Estar feliz así puede parcer muy extraño pero si es posible cuando
se tiene un hijo (a).
Soy un suertudo, QUE DIOS TE BENDIGA.
¡FELIZ NAVIDAD HIJA!
TE JAVE